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Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
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Las elecciones alemanas de 2025 se presentan como un evento crucial que podría marcar un cambio significativo en el rumbo del país, con el canciller socialdemócrata Olaf Scholz y el conservador Friedrich Merz en una intensa contienda por el poder. Con el telón de fondo de una economía en recesión y un clima político convulso, la batalla electoral se intensifica en la última semana de campaña, mientras Scholz lucha por superar a su principal rival. Los sondeos apuntan a que Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), se perfila como el favorito para ganar en las elecciones programadas para el 23 de febrero. A lo largo de su carrera, Scholz ha cultivado la imagen de un político moderado y racional, características que han resonado en una nación tradicionalmente apegada a la estabilidad. Sin embargo, su posición se ve amenazada por un contexto que no favorece su reelección. La percepción de Scholz como un político "aburrido", tal como lo describió la revista Der Spiegel, contrasta con la necesidad de un liderazgo más dinámico y carismático en tiempos de crisis. A sus 66 años, Scholz, antiguo abogado laboralista, ha basado su campaña en promesas de mejoras salariales y pensiones, buscando apelar al electorado tradicional de la clase trabajadora. Sin embargo, su gestión ha estado marcada por la guerra en Ucrania y la crisis energética resultante, lo que ha generado tensiones en su coalición de gobierno con Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP), que colapsó el pasado noviembre. La difícil situación económica del país ha hecho que muchos cuestionen su capacidad para liderar en tiempos inciertos. Reflexionando sobre su estilo de liderazgo, Scholz ha enfatizado la importancia de la prudencia y la experiencia, y ha criticado a Merz por su impulsividad. En un giro estratégico, Scholz ha pasado a la ofensiva, acusando a su rival de no poder mantener el "cordón sanitario" frente al ascenso de la ultraderecha representada por el partido Alternativa para Alemania (AfD), que se posiciona como la tercera fuerza política con un 20% de intención de voto en los sondeos. Esta táctica busca consolidar su base de apoyo y atraer a los votantes indecisos. Por su parte, Merz, de 69 años y exabogado de inversiones, ha prometido un giro decidido hacia la derecha, argumentando que las políticas centristas de Scholz han llevado al país a la crisis actual. Su retórica agresiva y su propuesta de medidas severas en materia de inmigración apuntan a atraer a votantes descontentos. Aunque ha descartado la posibilidad de un gobierno en coalición con la AfD, su discurso ha resonado con un electorado que busca un cambio radical en la política alemana. Merz se presenta como un outsider, aprovechando su extensa trayectoria en el mundo empresarial para contrastar con la carrera política de Scholz. Con su imponente estatura de 1,98 metros, busca proyectar una imagen de liderazgo fuerte y decisivo, en contraposición a la percepción de Scholz como un funcionario frío y distante. Sin embargo, su fortuna personal y su experiencia empresarial han sido objetadas por algunos críticos que lo acusan de estar desconectado de los problemas cotidianos que enfrentan los ciudadanos. La dinámica de la campaña ha estado marcada por la comparación entre los dos líderes. Mientras que Scholz ha defendido su enfoque metódico y su experiencia ante los desafíos, Merz ha optado por atacar la gestión del gobierno, utilizando analogías empresariales para describir a Scholz y a su administración como responsables de una "quiebra" política. Este tipo de retórica ha resonado en un electorado que busca un cambio, pero también plantea dudas sobre la viabilidad de las promesas de Merz en un contexto político fragmentado. La guerra en Ucrania, aunque ha sido un tema central en la campaña de Scholz, también ha puesto de relieve la necesidad de un enfoque más firme y decidido en el ámbito internacional. Merz ha prometido reconstruir el papel de Alemania en el escenario global, buscando restaurar el orgullo nacional y enfrentar a líderes como Donald Trump. Esta posición podría ser un factor determinante en la percepción de los votantes sobre quién está mejor preparado para representar los intereses alemanes en el extranjero. A medida que se acerca la fecha electoral, la incertidumbre en torno a los resultados se intensifica. La idea de que Merz podría verse obligado a moderar sus políticas para formar una coalición de gobierno, posiblemente con los socialdemócratas, añade una capa de complejidad a las expectativas de los votantes. La polarización del electorado y la fragmentación política podrían conducir a un resultado inesperado en las urnas. En resumen, las elecciones alemanas de 2025 no solo representan un enfrentamiento entre dos personalidades políticas, sino también un reflejo de las tensiones y aspiraciones de una sociedad en busca de cambios. La próxima semana será decisiva, y tanto Scholz como Merz deberán articular visiones convincentes para ganar el corazón y la mente de los votantes en un momento crucial para el futuro de Alemania.